1. Un propósito definido apoyado por un ardiente deseo de cumplirlo.
Tu propósito definido es tu meta o tu para qué, es lo que te haría llorar.
Algo que despierte un fuego interno y que no importando los sacrificios, lo vas a hacer.
La mayoría de las personas viven sin un propósito definido, viven una vida sin metas y no se quieren “complicar la vida”. Son pocas las que de verdad saben qué quieren y para dónde van.
2. Un plan definido, expresado en una acción continua.
En el plan están el vehículo y los pasos que irás dando y que te acercarán a tu meta.
No basta con soñar en grande, debes estar decidido a hacer todo lo necesario para conseguir tus sueños. Hay que estar en constante acción para que las cosas que ocurran.
3. Una mente cerrada a toda influencia y desánimo negativos, incluyendo las sugerencias negativas de parientes, amigos y conocidos.
No puedes dejar que te aparten de tu meta, de tu propósito definido y con seguridad encontrarás personas de tu ámbito cercano que te dirán que no lo hagas, que lo pienses mejor y que quizás lo que estás haciendo no es lo correcto. Te llegarán incluso a tildarte de loco.
No obstante pese a los obstáculos, tú seguirás adelante.
4. Una alianza amistosa con una persona o más capaz de animar a uno a seguir adelante con el plan y con el propósito.
Es fundamental unirte a una persona o a un equipo que piense igual que tú, que comparte tus ideales.
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